El actual Hokage yacía sentado en la silla del despacho acomodando papeles desparramados por su escritorio de madera. Lo único que se escuchaba era su sello golpeando los papeles, una y otra vez. El joven Ulquiorra se encontraba apollado en el escritorio con uno de sus codos mientras que la palma sostenía el rostro sofocado de tanto papeleo. Los días en el despacho eran cada vez más abrumadores, todo era papeleo y papeleo, no había otra cosa en la que se podía pensar ni hacer. Nunca se había imaginado que la vida como kage sería tan dificil, era muy agotadora, tan... Monótona para ser descriptivos. Despues de sellar todos los papeles aguardados, el kage soltó un suspiro largo que contenía estres, cuando soltó el sello cayendo de su mano girando por el escritorio. Acto seguido, se levantó lentamente y se dispuso a observar la aldea por la ventana.
Poderosos rayos de sol se vislumbraban a travez de la misma, un día hermoso se estaba llevando a cabo en la aldea de la hoja, algo muy inusual de ver ya que el clima de Konoha habitualmente se basaba en un cielo entristecido sin que se asome el sol. El joven Hokage recordaba sus días de aprendiz en la academia y a lo que había llegado. El Hokage anterior había muerto a causa de una extraña enfermedad, siendo el jounnin más capacitado para el título, arrojando toda responsabilidad en el, siendo algo preocupante debido a la forma de pensar de el mismo. Más adelante, se acomodó en su silla y nuevamente agarró su sello, volviendo a su trabajo abrumador, el cual le tocaba realizar...